miércoles, 15 de julio de 2009

A Una Mágica Sirena

Una de las pocas personas que ha leído esta bitácora, me dice que no le gusta.
No le agrada porque parece un ejercicio de la imaginación, sin destino. Sólo una fantasía.
Yo le digo que la realidad, a veces, parece algo fantástico. Y le explico, entonces, la razón por la que escribo estas letras

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Fue hace ya algunos años. Una noche de comienzos de invierno, helada y oscura. Me calé mi gorra de marinero, encendí el motor de mi viejo bote y me fui a navegar por esos mares de Dios.
Preparé un café y afirmado en el timón, recorría la costa lentamente, cuando avisté algo que llamó mi atención.
Más o menos a la cuadra de Concepción, en unos altos roqueríos brillaba algo en la noche fría y profunda. Me acerqué lentamente y observé la silueta de una bella sirena. No sé si era la luz de la luna en su cabellera o el relumbrar de sus ojos lo que me atrajo hacia aquel lugar. Eché el ancla y la observé con curiosidad. ¡Por Neptuno! La claridad que había allí parecía brotar de ella misma, de su pecho, de sus ojos....qué sé yo...sólo sé que llenaba mis ojos de viejo marinero con una luz mágica allá en la soledad nocturna de la bahía.
Le pregunté qué hacía tan sola y tan triste en medio de la mar.
Espero a alguien que vendrá algún día y me amará en medio de estas rocas que son mi hogar -me contestó- no sé quién es pero vendrá, así como viniste tú. Lo soñé y los sueños de las sirenas son verdaderos como la mar que te sostiene, marinero.
Su voz era segura y cálida. Parecía venir de otro mundo. De un universo distinto, donde los viejos marineros podían amar a las hermosas sirenas.
¿Quieres venir conmigo a la costa? -le dije- mientras levaba el ancla.
No puedo ir contigo a tu mundo...pero tal vez tú quieras venir al mío -pareció susurrar- en medio de la noche.
Me alejé despacio y suavemente de aquel lugar. Y me llevé su imagen grabada en los ojos y el corazón, por mucho tiempo.
Y volví. Sólo por verla.
Y estaba aún, esperando quién sabe qué... seguramente lo que esperan las sirenas que conversan con los marineros que aman la noche y la mar.
Hasta que una noche ya no estuvo más.
Quizás encontró al marinero que tanto esperaba, pensé. Y un nudo pareció apretarme la garganta...pero un viejo marinero no puede sentir tristeza por una sirena que sueña. Y volví a puerto. Volví a mi hogar. Regresé a la realidad de todos los días.
Pero no pude olvidar aquella sirena con esa luz que parecía brotar de todas partes.
Ya no volví a navegar.
Y para no olvidarla le escribí en este lugar.
Por eso y para eso escribo.
Para los viejos marineros que aman la noche y la mar.
Y para las sirenas que aman a esos marineros.
Y para esa sirena llena de luz, que siempre esperó un marinero para llevarlo a su mundo y ser feliz con él, son mis palabras.
Por ella y para ella escribo.




(De Momentos Mágicos)

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